sábado, 16 de agosto de 2014

Tiempo de canicas

Leído en agosto de 2014. Imposible no ver ecos, tenues y sutiles, de Peanuts, Archie y de tantas y tantas historias protagonizadas por niños y jóvenes en estas memorias de infancia de Beto Hernández construidas en torno a la anécdota, al pequeño momento, a la epifanía cotidiana. Prescindiendo de una trama “fuerte” y casi disolviendo la figura del protagonista en una sopa coral de sabores y aromas cambiantes, Beto Hernández propone un relato, muy particular pero de alcance universal, en torno a la infancia, al cambio, al crecimiento, en el que las enseñanzas de la vida y las lecciones de la cultura pop no se diferencian en absoluto. Un libro imprescindible, en el que, además de una de las mejores historias del último Beto Hernández, construida alrededor de un magistral armazón narrativo de geekismo referencial y sentimiento puro, se incluye un estudio de la obra a cargo de Corey K. Creekmur —por cierto, en la edición española no se informa que se trata de un teórico de la literatura y el cine de la Universidad of Iowa— y un índice detallado, preparado por el propio Beto Hernández, de todos los materiales culturales que aparecen citados en la obra.

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