domingo, 2 de mayo de 2021

Tif y Tondu. Tras la pista del crimen

Leido en abril de 2021. En el momento de escribir la presente anotación en este diario de lecturas, Dolmen ha publicado, en su colección Fuera Borda, dedicada a la recuperación de clásicos de la historieta francobelga, dos volúmenes de las aventuras de Tif y Tondu, personajes míticos del seminario Spirou. El primer volumen, publicado en diciembre de 2020, contiene las historas "La sombra sin cuerpo" (L'ombre sans corps, 1970), "Tif y Tondu contra la Cobra" (Tif et Tondu contre le Cobra, 1971) y "El faro maldito" (Le roc maudit, 1972), en las que los intrépidos investigadores se ven envueltos en misterios policiales con grandes dosis de aventura. Los deliciosos y delirantes complots criminales ideados por Maurice Tillieux tras sustituir en la serie a Maurice Rosy, abundan en intrigas que a día de hoy pueden parecer ingenuas para el público juvenil, pero que se disfrutan desde la perspectiva nostálgica y, desde luego, desde una mirada al interés histórico que tiene el estudio de los mecanismos que hicieron grande la historieta seriada francobelga. Desde luego, para este lector, esas tramas tienen el encanto del policial laberíntico y cinético, subgénero que constituye una de las más felices tradiciones narrativas legadas por la cultura popular francófona del siglo XX. A ellas a las que se suman el bellísimo trazo de Will, tan portentoso para gesto slapstick como para el diseño de la maquinaria en acción. Un volumen gozoso, que complementa las citadas historias con unas páginas extras que contextualizan su creación y con una historieta corta (cuatro páginas) "Tif y Tondu a 33 pasos del misterio", una microcaso de la pareja de investigadores. 


lunes, 1 de marzo de 2021

2 tazas

Leído en febrero de 2021. Este retorno de Àlex Santaló al cómic autobiográfico es una lectura que ofrece al lector momentos muy gratos, y más si, como es mi caso, conoces personalmente a los protagonistas. Santaló y su coautora, la actriz y dramaturga Karen Guitérrez, recogen sus experiencias como papá y mamá primerizos de la carismática parejita de gemelos Roger y Lisa, en una serie de historias breves, centradas en la anécdota y en el gag verbal, y trufadas de referencias frikis. Santaló publicó su libro mediante una campaña de mecenazgo en Verkami, en la que, como no podía ser de otro modo, participé con gusto. 

domingo, 28 de febrero de 2021

Mundo Mutante

(Re)leído en febrero de 2021. Aprovecho la aparición de la edición remasterizada de ECC para volver a las páginas de Mundo Mutante, el clásico de Richard Corben (con Jan Strnad) convertido en referencia del cómic de ciencia ficción y aventura postapocalíptica y, con el tiempo, en una de las obras más recordadas y queridas por los numerosos fans del genio de Missouri, entre lo que, por supuesto, me cuento. No tiene mucho sentido volver en este espacio a glosar la historia del mutante bonachón y algo idiota Dimento y sus aventuras y desventuras en el páramo en el que el mundo se ha convertido tras un inexplicado cataclismo, y en el que un elenco de seres delirantes intercambia traiciones y barrabasadas en una cruel lucha por la supervivencia. Baste recordar que la grandeza como narrador de Corben se hace patente precisamente en los meandros y rincones por los que discurre esa historia, que es tan simple como si fuera, en efecto, un relato de una vida sin sentido en un lugar sin futuro ni presente, un lugar donde solo cuenta seguir adelante. Esos recovecos son, por ejemplo, la inolvidable secuencia en el interior de la caverna oscura, que en esta edición de ECC proporciona al lector de un extra de dramatismo con respecto a la edición de Toutain Editor. Y hablando de la edición que ya conocimos en los años ochenta, si este fuera un sitio de recomendaciones en lugar de un diario de lecturas, el firmante sugeriría a cualquier aficionado que la tenga, que se haga con esta nueva y conserve las dos ediciones. La extraordinaria ilustración de cubierta luce más en la edición de Toutain, pero el interior gana en profundidad dramática con el nuevo tratamiento del color. El libro de ECC cuenta con los prólogos de Corben y Strnad que ya conocíamos e incluye un epílogo emotivo e informativo del artista y profesor José Villarubia, estrecho colaborador de Richard Corben en los últimos años de su carrera.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

¡Qué absurdo! La curiosa historia de Edward Gorey

Leído en diciembre de 2020. Delicioso y breve libro que destila pura pasión por la figura y la obra de Edward Gorey. Mediante retazos de su vida, convertidos por Lori Mortensen en versos que, en mayor o menor medida, evocan el estilo poético de Gorey, e ilustrados con brillantez por Chloe Bristol, el libro ofrece un resumen de todo aquello que hace que el poeta, ilustrador y diseñador estadounidense siga siendo una figura fascinante. ¡Qué absurdo! La curiosa historia de Edward Gorey es un producto para fans, entre los que por supuesto me cuento, que celebra la creatividad excéntrica del autor de Amphigorey. Algunas páginas, como la que relata su paso por Harvard o la que glosa los diferentes seudónimos anagrámicos del poeta, son auténticas delicias. El libro es en sí mismo un objeto precioso, con portada en relieve, diseño brillante y excelente calidad de papel y cubiertas, así que el único punto débil del conjunto, si fuera necesario buscarlo, sería su exigua extensión. Dado que es un producto para fans, resulta inevitable pedirle más de cuarenta páginas. Más Gorey. Siempre. 

lunes, 17 de agosto de 2020

Hey Kids! Comics!

 

Leído en agosto de 2020. Aunque el historietista y dinamizador cultural Ángel de la Calle sostiene en el prólogo de la obra que Hey, Kids! Comics! "no es un romàn a clef, aunque a veces lo parezca", lo cierto es que no más remedio que entender esta obra de Howard Chaykin como un prolijo relato en clave creado con la voluntad de arrojar luz sobre los aspectos menos agradables de la historia de la industria de los cómics estadounidenses. En una parte del libro —en el índice del material extra— se nos explica con claridad: "Para los fans y el público en general, la historia del cómic suele ser la que habla de las historias memorables que ha dado al mundo, pero también debería incluir una letanía de comportamientos lamentables por parte de personas que debieron portarse mejor". A relatar esos comportamientos lamentables y las circunstancias sociales y empresariales que los propiciaron y que jamás los repararon dedica Chaykin su obra. Y lo hace a partir de una estructura narrativa que permite, precisamente, viajes de ida y vuelta de los actos a sus consecuencias, trayectos que van de aquellos polvos a estos lodos (como viene a decir el refrán). Aunque sus dotes como narrador siguen siendo palmarias, para este aficionado hace ya algún tiempo que Chaykin es más interesante por lo que cuenta que por cómo lo cuenta. Y en esta ocasión también es cierto que lo que cuenta me suena a ya sabido por otros medios. 

jueves, 22 de agosto de 2019

Gyo

Leído en agosto de 2019. Recupero en edición integral de ECC Comics Gyo, un nuevo delirio de Junji Ito, en el que el autor entrega una nueva muestra de su imaginación grotesca y enfermiza y de su capacidad para narrar lo impensable de la forma más efectista y desconcertante posible, aunque, paradójicamente, nunca exenta de cierta lógica. A diferencia de su obra maestra Uzumaki, un trabajo que oscila entre la fantasía oscura, el horror sobrenatural y el terror psicológico, Gyo exuda puro horror biológico —aunque quizá sería más preciso llamarlo biomecánico—. Pasadas unas páginas en las que parece que la historia va a ir por una línea similar a la de sus relatos de obsesiones malsanas y delirantes, Ito nos lanza a la cara en Gyo un festival de body horror epidemiológico, en el que, como siempre en el autor, la clave de lo narrado está, en esencia, en la ocurrencia del dibujo. Los personajes de comportamiento irracional, absurdo, y los escenarios ininteligibles palidecen en favor de la idea surreal convertida en dibujo. Si Junji Ito es un maestro incuestionable del cómic de horror no lo es por su habilidad para elaborar perspicaces indagaciones en el alma humana o trazar argumentos iluminadores, sino por su capacidad de concebir lo inconcebible y trasladarlo al dibujo.

lunes, 19 de agosto de 2019

Mis héroes siempre han sido yonquis

Leído en agosto de 2019. Aunque está emparentado con el tono narrativo y temático de Criminal, Mis héroes siempre han sido yonquis es una historia que funciona como one-shot ajeno a cualquier serie y como medidor del estado (más o menos) actual de compenetración creativa de la pareja artística formada por Brubaker y Phillips. La escritura de Brubaker funciona a la perfección en este tipo de historia corta, basada en un único punto de giro que pervierte el relato y que transporta la historia de un género a otro. Las múltiples referencias a la cultura pop-rock son otro elemento fundamental en la construcción de una lectura muy funcional y satisfactoria para este aficionado. Sean Phillips, que entrega un trabajo de dibujo más esquemático, de trazo más libre y por ello quizá menos perfecto, muestra intacta su capacidad para la narración visual. Aunque en mi ranking personal de obras de Brubaker y Phillps no va a ocupar nunca uno de los primeros puestos, Mis héroes siempre han sido yonquis es una buena pieza en la trayectoria de la pareja de creadores.

domingo, 30 de junio de 2019

El club de las chicas malas. Amanecer rosa

Leído en junio de 2019. Volvemos a consignar lecturas en Los Papeles del Club Zorglub anotando esta lectura ideal para un domingo canicular: lucha armada contra el patriarcado, acción, lenguaje procaz y modales impropios de damas en El club de las chicas malas, hilarante sátira de espíritu punk-rock y pulp del surrealista pop Ryan Heshka
Hagamos un esfuerzo e imaginemos por un momento que femmes fatales surgidas del Terry y los piratas de Milton Caniff o del The Spirit de Will Eisner se volvieran deslenguadas y ultraviolentas, se armaran hasta los dientes y se enfrentaran a un elenco de villanos surgidos del Dick Tracy de Chester Gould. Añadamos un sano espíritu underground y su  inclemente mala uva contra la corrupción y la violencia estructural del sistema y tendremos una lectura rebosante de delirio y risa incómoda.
La bellísima edición de Autsider Comics, en blanco, negro, gris y glorioso rosa flúor, hace justicia a la extraordinaria propuesta gráfica de Heshka. Un volumen neceasario.

martes, 28 de agosto de 2018

Redlands 1

Leído en agosto de 2018. La reconocida colorista Jordie Bellaire se presenta como guionista en este proyecto personal en el que ha colaborado con la dibujante y diseñadora conceptual Vanessa del Rey y el rotulista Clayton Cowles. Los números de Redlands que recopila este primer tomo despliegan una historia de brujería, crímenes abyectos y malas vibraciones en la América profunda, de una manera canónica, con una estructura muy propia de los relatos del género al que pertenece, en la que los hechos funestos se presentan como consecuencia de males atávicos y traumas del pasado y apuntan a catastróficas complicaciones futuras. Generosa en perversión, sexo y violencia cruda y explícita, la serie cuenta con un dibujo notable, una rotulación brillante y un espectacular uso narrativo del color, como no podría ser de otro modo siendo su creadora uno de los más grandes talentos actuales en esa especialidad. Redlands es una pieza más —a la que no toca calificar de fundamental pero tampoco de insignificante— en el sorprendente y colorista puzzle que es el panorama actual del cómic de horror. Desde luego, para interesados en el tema de la brujería y, en general, el thriller ocultista, es una referencia a tener muy en cuenta.

lunes, 2 de abril de 2018

Creepy 9

Leído en marzo de 2018. Para los que crecimos con los cómics de Toutain en los ochenta, la «invasión española» en las revistas Warren tenía algo de mítico. Toutain y su equipo fueron eficaces publicistas de sus logros editoriales y de los éxitos de los autores representados por Selecciones Ilustradas (la agencia de Toutain que proveyó a Jim Warren de sangre nueva para sus revistas). El prefacio de este volumen de Creepy, de Richard J. Arndt, da información histórica y algunas anécdotas al respecto. Sobre los contenidos, poco que añadir a las notas que se han ido consignando en estos Papeles a propósito de Creepy tras la marcha de Archie Goodwin: los guionistas lo intentaban, pero pocos llegaban a la altura, mientras que muchos de los dibujantes estaban aún lejos de ofrecer resultados sorprendentes. Destacan en este volumen el poder expresivo de las muy modernas historias de Tom Sutton «Y el horror sale arrastrándose del mar» y «Algo por lo que recordarme» y el cambio que suponen los celebrados artistas de la Spanish Army, muy notable en las dos siniestras e incómodas historias de Josep Maria Beà: «Como una cabina telefónica, larga y estrecha» y «El cuadro de la muerte».

jueves, 29 de marzo de 2018

La lotería

Leído en marzo de 2018. Shirley Jackson, una de las grandes damas de la literatura de terror, es autora de, entre otras obras de enorme valor, La maldición de Hill House (1959) y Siempre hemos vivido en el castillo (1962), y cuenta entre sus obras maestras con uno de los títulos indiscutibles del canon de la narrativa estadounidense del siglo XX: el cuento «La lotería». Mil veces citado directa o indirectamente, los ecos de la secularización de la lógica sacrificial que imaginó Jackson en su relato han llegado a nuestra época con energía renovada, como demuestra el éxito de fantasías distópicas como The Purge: La noche de las bestias o Los juegos del hambre y en general, las numerosas variaciones del tema del chivo expiatorio. El clima cultural es, por tanto, propicio para que un relato como «La lotería» circule de nuevo. Pero esa «relevancia cultural» no es lo único destacable de esta joya editada por Nórdica Libros. Otro punto de interés, nada menor, es que el autor responsable de la adaptación es Miles Hyman, artista plástico, ilustrador, historietista y, detalle importante, nieto de Shirley Jackson. Uno no puede leer la obra sin tener en cuenta este aspecto, presente desde la emotiva introducción en la que Hyman explicita el enorme respeto con el que se acercó al relato clásico de su abuela. El resultado de ese respeto es una adaptación solidísima, una «traducción» a los códigos de la narración visual que responde con tanta osadía como rigor a la perfección del artefacto narrativo de Jackson. En el dibujo de Hyman, cuya obra en cómic se ha desarrollado en Francia y para el mercado francés, se advierten con claridad las inevitables reminiscencias de Edward Hopper, aunque, hablando de referencias puramente historietísticas, mientras leía «La lotería» este anotador de papeles no pudo evitar pensar en un Loustal sombrío. En fin, solo queda reconocer la laguna de conocimientos e intentar conseguir más obras de Hyman.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Ciudad

(Re)leído en marzo de 2018. Por fin saco del estante dedicado a Giménez en mi biblioteca esta reedición de 2015 de Astiberri de uno de los clásicos de la etapa central de Juan Giménez —en este caso de 1991— y lo releo tras haberlo considerado durante mucho tiempo una de las obras fundamentales del argentino. Ya no estamos en los ochenta o a principios de los noventa, y el lector actual, resabiado y habituado a complejidades sin cuento en muchos ámbitos de la cultura pop, quizá considerará la propuesta narrativa de Ciudad algo ingenua y limitada en su alcance. Pero hay otro modo de verla, que es huir de lo retrospectivo y «leerla» en su contexto temporal. En 1991 no habíamos leído con fruición las aparatosas estructuras metalingüísticas de Grant Morrison —o habíamos leído muy pocas— y no habíamos visto películas como Cube ni series como Perdidos. Así que sugiero que interpretemos Ciudad como lo que es: como una serie de ejercicios de estilo a propósito del género fantástico y del propio arte de contar historias. Solo de ese modo puede entenderse que algunos de los diálogos escritos por Ricardo Barreiro suenen poco naturales y excesivamente literarios y que aun así sean coherentes y necesarios, o que muchas de las situaciones que se dan en la historia tengan poco sentido desde una lógica causal y solo lo tengan desde la lógica interna del ejercicio de estilo. Y, si nos queremos situar fuera de los márgenes de cualquier consideración «interpretativa», quedémonos con lo verdaderamente espectacular y excelente de la obra: el virtuosismo de Juan Giménez como narrador en imágenes.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Uzumaki

Leído en noviembre de 2017. La nueva edición de Planeta Cómic me invita a releer estas más de seiscientas páginas de indescriptible caos reptante, geometría impía y terror mesmérico, fruto del talento de quien es sin duda uno de los autores más estimulantes (y excesivos) del panorama del cómic de horror contemporáneo. Dibujante funcional y sobrio, sin grandes aspavientos técnicos en narrativa y grafismo, la brillantez de Junji Ito se manifiesta en todo su esplendor en una imaginería grotesca y en una imaginación enfermiza que despliega lo inconcebible con una naturalidad obscena. Aunque el horror es siempre una forma expresiva basada en el impacto, pocas veces tiene tanto sentido hablar de una narrativa del shock como en el caso de Ito. Más que un estado de tensión e incomodidad emocional o cognitiva sostenido a lo largo del relato —que históricamente sería la estrategia propia de gran parte del terror y el horror—, el autor crea en Uzumaki un estado permanente de fascinación incrédula ante una montaña rusa narrativa que alterna subidas de una (i)lógica casi costumbrista con brutales descensos de pesadilla, que, no obstante, no dejan de tener su lógica —la que sería la "lógica Ito", que es, por ejemplo, la que hay en la asombrosa ligazón entre mosquitos y vampirismo del capítulo 10 o en la naturaleza de los ciclones del capítulo 15. 

domingo, 3 de septiembre de 2017

El último recreo

(Re)Leído en agosto de 2017. Relectura de este clásico de la historieta de los ochenta que ya había leído —y que de hecho conservo— por entregas en la revista 1984 y en la edición de 1998 de Planeta DeAgostini. Leer esta nueva edición de Astiberri es redescubrir la obra: el mayor tamaño de la página permite contemplar en todo su esplendor el dibujo de un Horacio Altuna superdotado para el claroscuro y para la expresividad en el retrato del rostro, como es el Altuna de los primeros ochenta, el de este El último recreoFiccionario. (Nota: no es que el resto de la obra de Altuna no me parezca excelente en su mayoría, sino que estas dos obras que cito fueron un auténtico descubrimiento para mí cuando era lector en la primera adolescencia, y eso marca mucho). Como clásico que es, sigue funcionando perfectamente su historia post-apocalíptica trasmutada en fábula infantil, con evidentes ecos del El señor de las moscas y apuntes igualmente evidentes y muy intencionados de la mirada antropológica propia del momento creativo que vivían Carlos Trillo y Horacio Altuna. Desarrollada no como una trama ordenada y unitaria, sino como un conjunto de retazos de vida, de relatos algunos autoconclusivos, otros de imposible conclusión, la historia de El último recreo brilla en los detalles, en las expresiones de los personajes, en las palabras dichas desde la ingenuidad pero que encierran toda la sabiduría del mundo, en las luces y en las sombras. Episodios como “El rey Arturo”, “Con la ayuda de papá” o, sobre todo, “Cosas que quedan en el camino” serían suficientes para dar forma a una obra inolvidable; el resto de episodios completan El último recreo para convertirla en una obra maestra de la historieta humanista.

martes, 8 de agosto de 2017

Creepy 8

Leído en julio de 2017. Sigo la lectura completista de los Archivos de Creepy publicados por Planeta DeAgostini con un octavo volumen en el que, aunque el número de historias memorables no es muy extenso, hay que reconocer que hay un puñado de ellas y que no empieza nada mal: el primer número compilado, el 37, entrega dos buenos relatos: “¡Te odio! ¡Te odio!”, de Bill Warren y Mike Royer —una estupenda historia de viaje temporal que presenta un argumento precursor de algo luego mil veces tratado como es el principio de consistencia de Nóvikov, y que expone de forma muy valiente el tema de los malos tratos en el seno de la familia— y “El castilllo” de Pat Boyete —historia que tenía guardada en la memoria desde que me impactó a principios de los 80, cuando la leí en el número 5 del Creepy de Toutain (1979)—. El número 38 significa el regreso del enorme Wally Wood a la revista, con “El todo cósmico”, y el 39 es el número de debut de Dave Crockum —un artista al que muchos aficionados de mi generación tienen en gran estima por haber sido un nombre clave de la redefinición de la Patrulla-X (sí, así la llamamos) a finales de los setenta—, con la historia “Muerte contra reembolso”. Repite en el número el siempre brillante Pat Boyette, con “Muerte del mago”. El número 40 ofrece la muy moderna “El paseo de la extinción”, de Don McGregor y Tom Sutton y el 41 es un buen cierre del volumen, dado que incluye el debut en las revistas Warren del legendario Bruce Jones —con “La criatura del Lago Ness”, escrita y dibujada por él—, y las muy brillantes “Preludio al Armagedón”, de Nicola Cuti y Wally Wood —también presentada como “un clásico”, con nota biográfica de Cuti en el Creepy de Toutain, concretamente en el número 26— y “Un odio tangible” de Don McGregor Richard Corben —otra de las historias de aquel sorprendente Corben que comenzaba a publicarse en los primeros 80 en España, en este caso en el número 3 de la revista Delta—. Al margen de este puñado de historias memorables, uno de los aspectos más destacables del volumen es la variedad de temas y escenarios. Vemos el evidente acercamiento de las ficciones de Creepy a contextos urbanos y cierto giro hacia el terror psicológico y la ciencia ficción, lo que implica cierto distanciamiento de los monstruos clásicos. Al poco de entrar en la década de los setenta, Creepy presentaba un nuevo enfoque.


lunes, 7 de agosto de 2017

Sangre sobre satén negro

(Re)Leído en agosto de 2017. Aprovecho el período de vacaciones para hacer relecturas de cómics a los que por un motivo u otro apetece volver. Y regreso a algo que en mi primera adolescencia me fascinó completamente: Sangre sobre satén negro, una historia larga (seriada en tres entregas) de Doug Moench y Paul Gulacy que apareció en nuestro país en los números 17, 18 y 19 de la revista Creepy (Toutain Editor, 1980) —y originalmente en los números 109, 110 y 111 de Eerie (Warren Publishing)—. Se trata de un estupendo thriller satánico que combina el relato detectivesco con una visión pulp del satanismo, el folk horror británico y guiños literarios más o menos evidentes, como los dedicados a Lovecraft —usar el nombre Azathoth para denominar a un demonio “clásico” no deja de tener su gracia— o a François Rabelais —calificar a una bacanal de “rabelesiana” es casi un mensaje oculto—. Aunque, tanto en diálogos como en los abundantes textos de apoyo, el estilo de Moench está quizá más cercano a las formas propias de los últimos sesenta que a algo escrito en 1979, la escritura de Sangre sobre satén negro es funcional y, sobre todo, ajustada al público de gusto más clásico de las revistas Warren. Donde indiscutiblemente brilla la historia es en el dibujo de Gulacy, con aquel realismo estilizado tan propio del discípulo aventajado de James Steranko, que abunda en viñetas espectaculares y pasmosamente detalladas, sin perder por ello la fluidez narrativa. Moench y Gulacy forman, sin duda, uno de los grandes tándems creativos de la historia del cómic estadounidense y piezas como esta Sangre sobre satén negro merecen no quedar sepultadas en la memoria por el peso de la portentosa maestría mostrada en los trabajos que la pareja de artistas hizo para Marvel y DC.

domingo, 30 de julio de 2017

Mystery Society

Leído en julio de 2017. La cara más simpática del escritor especializado en cómic de horror Steve Niles y un trabajo de Fiona Staples en un estilo algo diferente al de Saga son los valores esenciales de este amable tebeo de aventuras que combina comedia matrimonial sexy, misterio sobrenatural y narrativa superheroica de manual. Con dos tramas francamente entretenidas —el enfrentamiento del glamuroso y socarrón investigador de lo sobrenatural Nick Misterio con las fuerzas gubernamentales que intentan ocultar turbias conspiraciones, y la busca y recuperación del cráneo de Edgar Allan Poe por parte de otros dos miembros del grupo— que se entrelazan de forma muy hábil, Mystery Society no cuenta demasiado, pero lo que cuenta lo hace con cierta frescura y de forma muy divertida. Un tebeo agradable de los que nunca sobran en una pila de lecturas de verano.

sábado, 10 de junio de 2017

Harrow County 2. Doble Narración

Leído en junio de 2017. Hace algo más de dos meses que leí el primer volumen de la serie y dejé constancia de mi agrado por esta serie de gótico rural, brujería y traumas tan profundos como los bosques plagados por monstruos que rodean la granja de la protagonista. En este segundo volumen, cuando Emmy intenta rehacerse amoldando su (nueva) indentidad a su (nueva) vida, una visitante inesperada llegará para hacer que las cosas se compliquen. Continúan el buen criterio narrativo de un Cullen Bunn que va construyendo poco a poco un personaje memorable, y el permanente acierto de Tyler Crook, que no baja de forma ni en su brillante dibujo ni en su trabajo con el color. El segundo episodio del volumen —la entrega 6 de la serie original— es una pequeña obra maestra del cuento breve de terror.
Si ser yo muy gruñón para esas cosas, tengo que mostrar un cierto enfado. Vaya por delante que la edición de Norma Editorial me parece adecuada, pero no puedo dejar de señalar que la traducción del título de este volumen me parece una oportunidad perdida. Doble Narración no tiene sentido cuando el título original del recopilatorio americano es Twice Told, una más que probable referencia a Twice-Told Tales, la influyente colección de cuentos de Nathaniel Hawthorne publicada en 1837, que, por cierto, dio pie a una curiosa película de terror dirigida por Sidney Salkow en 1963, cuyo título era ya una cita a una línea de La vida y muerte del Rey Juan de William Shakespeare.

lunes, 5 de junio de 2017

Briggs Land 1: Estado de excepción

Leído en junio de 2017. Seguro que no soy el primero en mencionar que resulta evidente que buena parte del cómic estadounidense actual ajeno al género superheroico o a la pura fantasía pertenece a la misma familia narrativa que ciertos dramas televisivos de cadenas o sellos como HBO, FX, Showtime o AMC. Televisión y cómic se han alimentado mutuamente de historias que hasta hace poco no era habituales en estos medios, muchas de ellas dramas relacionados con lo criminal que no dudan en combinar asuntos típicos del género policial, algo de comentario social, aromas de western y conflictos familiares quasi shakesperianos. Este es el género al que se adscribe una serie como Briggs Land, que ya anunció en 2016 adaptación para televisión, como no podía ser de otro modo, dado que desde sus primeras páginas anuncia a los cuatro vientos que quiere estar vinculada con esa nueva ficción televisiva que, ojo, no nació ayer, sino que emergió con el cambio de siglo, y quizá no con Los Soprano (HBO, 1999-2007) sino más bien con Oz (HBO, 1997-2003).
Caracterizada por la ausencia de personajes heroicos, buenos o simplemente amables, la historia de Brian Wood es una sólida especulación en torno a la violencia inherente al ejercicio del poder. Localizada en una zona independiente de facto de los Estados Unidos, en la que el ideal libertario ha dado lugar a una comunidad opresiva fundamentada en el crimen, el reaccionarismo y el racismo, comienza cuando, aprovechando que el líder, descendiente directo del fundador de la nación, cumple condena en prisión, su esposa decide hacerse con el control de la familia, el territorio, los recursos y todos los negocios. El conflicto se desencadenará cuando la comunidad reaccione a la instauración de ese nuevo matriarcado, en un relato que se desarrolla en escenas largas y abundantes en diálogos, puntuadas por ocasionales descargas de acción y violencia. Como decíamos, pura narración televisiva, a lo que ayuda la planificación y el dibujo funcional, elegante y fluido de Mack Chater, que puede leerse casi como un storyboard de esa hipotética teleserie.

sábado, 3 de junio de 2017

Doctor Strange and the Sorcerers Supreme: Out of Time

Leído en junio de 2017. Los que hayan leído estas notas de lectura que han ido conformando Los papeles del Club Zorglub saben que hasta ahora no había anotado lecturas en versión original. La razón es sencilla: algunas de las series que leo en su edición original —pienso en varias de las que ha ido publicando Image estos últimos años— las leo pensando que las recuperaré en edición española y que las anotaré tras esa segunda lectura. Pero he cambiado de idea. A partir de ahora, Los papeles del Club Zorglub recogerán todas mis lecturas, incluyendo las hechas en edición original. Valga este preámbulo marginal —y, lo reconozco, algo fuera de foco— para explicar también que comienzo las anotaciones de ediciones originales con el primer tomo recopilatorio de una serie muy reciente, a la que me he acercado principalmente por dos razones: porque me interesa mucho el personaje de Doctor Extraño —prometo que mi interés es anterior a la película de 2016— y porque admiro mucho (y aprecio personalmente) a Javier Rodríguez, el autor encargado del dibujo de la mayor parte de este volumen que recoge los primeros números de la serie Doctor Strange and the Sorcerers Supreme.
La idea básica del volumen es sencilla: Un mal primigenio, puro e inconcebible amenaza con destruir el tejido de la realidad, con una energía tal que ningún maestro de las artes místicas en solitario es capaz de ponerle el mínimo freno. La única solución posible es reclutar un equipo de varios Hechiceros Supremos. El mismísimo Merlín —sí el Merlín del mundo artúrico en persona— viaja por el tiempo y el espacio reclutando a los grandes maestros hechiceros que acompañarán al Doctor Extraño en la aventura. Lo que sigue a esa introducción son seis números de batallas mágicas, mucho espacio-tiempo desquiciado, interacciones entre personajes basadas un poco en la socarronería y otro poco en la vanidad y la soberbia —no olvidemos de que todos y cada uno de ellos son El Hechichero Supremo, o eso creen—, alguna que otra traición y un par de giros de guion interesantes. Todo ello muy acotado en el relato canónico de superhéroes.
Destacan en el libro dos capítulos: el primero —con unas páginas iniciales muy bellas gracias al trabajo de Javier Roríguez, Álvaro López y Jordie Bellaire, que culminan en la doble página (la octava y novena de la historia) de la conversación dimensional entre Merlín y Strange—; y el sexto capítulo, que combina la hiperficción explorativa —para entendernos, el efecto Elige tu propia aventura— con las típicas torsiones dimensionales del universo mágico Marvel. Y debo decir que ese último capítulo del libro ha tocado mi corazoncito de lector que sigue buscando tebeos sorprendentes.