viernes, 5 de diciembre de 2014

Saga - Capítulo Dos

Leído en diciembre de 2014. Como escribí en la nota del primer volumen de Saga el pasado mes de junio, estoy leyendo la colección con retraso —de hecho, cuando acabo el segundo tomo ya está en las librerías el cuarto—, pero, como suele decir el tópico, nunca es tarde. Lo que importa es que lo estoy leyendo. Y, aunque siempre he sostenido que este no es estrictamente un espacio de recomendaciones, sino simplemente un cuaderno de notas de lectura, recomiendo encarecidamente al hipotético lector de Los Papeles del Club Zorglub que haga como yo y, por tarde que parezca, ponga remedio a la carencia.
En este segundo tomo, Saga continúa siendo una serie sexy, divertida, rabiosamente fantástica, humorística, emocionante, perversa e imprevisible. Además, sigue siendo la firme constatación de que Brian K. Vaughan es un guionista extraordinario —quizá merezca un lugar de honor entre los tres o cuatros mejores escritores en el panorama del cómic fantástico actual—. Y eso se ve en las grandes estrategias narrativas, como en los magníficos engarces entre escenas, secuencias y episodios, en el modo en que integra fantasía delirante y comedia costumbrista, acción frenética y drama familiar intimista, o en la forma en que construye la voz de la narradora. Y también se ve en los detalles aparentemente mínimos, como la manera en que es capaz de introducir el amor romántico en la historia sin llegar a la cursilería, o la agridulce ironía que impregna todo el relato —y muy especialmente el momento final en casa del dickiano novelista—.

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