Leído en mayo de 2014. En contraportada y portadilla de El Sistema D13 aparece el tagline “Un tebeo de roleros para roleros”. No es en absoluto publicidad engañosa. El punto fuerte de este cómic es un humor muy ligado a la vivencia y a la referencia, un humor basado en el gag construido sobre esas situaciones que se generan en el umbral del “circulo mágico” del que hablan los teóricos del juego —adaptando la idea del pionero J. Huizinga—. Dice la teoría que todo sistema de juego construye una especie de “circulo” que delimita y separa el universo del juego y el mundo real. Esa línea teórica vendría a decir algo así como “lo que pasa en el mundo del juego se queda en el mundo del juego”.
¿Seguro que es así?, os preguntareis. Pues no, no es así. Joan Tretze sabe, como todo el que ha jugado y, más aún, todo el que ha pensado un poco en lo que significa jugar, que el círculo mágico se rompe constantemente. Y ¿qué pasa cuando se rompe? Pues lo que pasa es toda esa comedia de la vida que tan bien refleja El Sistema D13 y tan certeramente plasma el estilo caricaturesco del autor.
Pero no todo es risa sin más: muy agudas me parecen las reflexiones del propio autor sobre en qué consiste dirigir una partida de rol, o sobre qué es el metajuego —“el metajuego es como el colesterol: hay del bueno y del malo”—. E igualmente afiladas son el puñado de "confesiones" autobiográficas de Joan Tretze que hay en la obra. Y es tanta la autobiografía, que si en la contraportada y la portadilla de este estupendo tebeo pusiera “Una novela gráfica de roleros para roleros” también nos lo creeríamos.
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