Leído en octubre de 2014. Crees que estás leyendo una historia que te va a volver muy loco por su imaginación radical e inabarcable, cuando en la página 49 del tomo ocurre algo literalmente impensable, un tsunami de "incoherencia coherente" que hace que la historia explote en direcciones insospechadas y que provoca la certeza de que Joe Hill es un verdadero genio como hay pocos. Juegos mentales está tan marcado por esa genialidad extrema que poco más puedes plantearte tras leerlo. Toda la lectura del volumen está condicionada por esa idea. Por supuesto, sigue habiendo en los seis capítulos del cómic momentos brillantes de puesta en página y de ritmo—con esa narración construida a partir de viñetas entre las que se producen elipsis mínimas—. Sigue habiendo, también, un perfecto equilibrio en la historia entre los elementos fantásticos y el drama humano. Todo eso, sí, sigue ahí, pero todo palidece frente al triple salto mortal conceptual de Joe Hill y Gabriel Rodriguez.
Y me refiero, claro, al triple salto mortal conceptual que se concreta, precisamente, en la triple dimensión de los “juegos mentales” del título. Hay, el primer lugar, juegos mentales figurados entre los personajes. Hay, en segundo lugar, juegos mentales literales entre los personajes. Y está, en tercer lugar, el juego mental que destaca sin duda en esta segunda entrega de Locke & Key, y que no es otro que el juego que hace Joe Hill con nuestra mente de pobres, desamparados lectores.
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